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Tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, la policía mata a 4 sospechosos y arresta a otros 6

Las fuerzas de seguridad de Haití desplegaron un amplio operativo para encontrar a los asesinos del presidente del país, Jovenel Moïse, que murió a tiros en su residencia en la madrugada del miércoles. El ataque contra Moïse y su esposa se produjo alrededor de la 01:00 hora local (05:00 GMT) del miércoles, cuando un grupo de individuos no identificados accedió al domicilio del presidente en el barrio Pétion-Ville de Puerto Príncipe, la capital haitiana.

Jovenel Moise, Presidente de Haití asesinado
Jovenel Moise, Presidente de Haití asesinado

Este jueves el director general de la Policía, Léon Charles, informó que durante un tiroteo con los sospechosos, los agentes mataron a cuatro mercenarios y detuvieron a otros seis.

Charles había informado el miércoles que tres agentes que habían sido secuestrados por los presuntos autores del magnicidio quedaron en libertad en el operativo policial en Puerto Príncipe.

El jefe de la policía dijo en una sesión informativa televisada el jueves que las autoridades habían rastreado a los presuntos asesinos hasta una casa cerca de la escena del crimen en Petionville, un suburbio del norte de la capital, Puerto Príncipe.

Medios haitianos reportaron que un feroz tiroteo se prolongó hasta altas horas de la noche del miércoles.

"Tenemos los autores físicos, ahora estamos buscando a los autores intelectuales", dijo Charles.

 

 

 

 

 

 

Inicialmente, las autoridades haitianas indicaron que "los atacantes son extranjeros que hablan español e inglés", pero no aportaron datos sobre su nacionalidad o identidad.

Medios internacionales, que citaron fuentes en el gobierno haitiano, indicaron este jueves que dos estadounidenses de origen haitiano se encontraban entre los detenidos. Uno de ellos fue identificado como James Solages, aunque se desconoce el nombre o la nacionalidad del resto.

Charles explicó que la población local había ayudado a la policía a localizar a los presuntos magnicidas, aunque les pidió que no se tomaran la justicia por su mano ante el reclamo de linchamiento que hacían desde la multitud.

"¡Quémalos!", gritaban algunos de las cientos de personas que se reunieron frente a la comisaría donde se encontraban detenidos los sospechosos.

El primer ministro interino subrayó que la situación de seguridad del país está "bajo control" y explicó que, tras realizarse el informe forense de la muerte, el cadáver del presidente fue trasladado a una morgue en la capital.

 

 

 

 

 

 

En relación al estado de salud de la primera dama, Martine Moïse, también herida en el ataque, Joseph afirmó que se encuentra "fuera de peligro", después de haber sido trasladada a un hospital de Miami, Estados Unidos.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó el "atroz asesinato" y ofreció sus condolencias al pueblo de Haití. "Estamos listos para ayudar mientras continuamos trabajando por un Haití seguro", dijo.

Las autoridades estadounidenses negaron con rotundidad que la DEA (la agencia antidrogas de ese país) tuviera vínculo alguno con el crimen.

JOVENEL MOISE

 

 

 

 

 

 

Jovenel Moïse, de 53 años, asumió el poder en febrero de 2017, cuando reemplazó a Michel Martelly.

El mandato de Moïse fue turbulento. Enfrentaba acusaciones de corrupción y fue desafiado por oleadas de protestas antigubernamentales a menudo violentas.

A comienzos de año, varias manifestaciones sacudieron la capital y otras ciudades, donde multitudes pidieron su dimisión.

El ataque en el que resultó muerto se produce a solo dos meses de las elecciones presidenciales, convocadas para el 26 de septiembre.

Se trata de unos comicios en los que Moïse no podía ser candidato.

La inestabilidad política crónica y los desastres naturales han dejado a Haití como uno de los países más pobres de América Latina.

Es la nación de la región que más gobiernos han tenido en menos tiempo desde fines del siglo XX. El país caribeño sufre, además, un incremento de violencia por parte de bandas criminales, secuestros y un deterioro de estándares de vida donde casi el 60% de la población vive bajo el umbral de la pobreza.

En 2010, un terremoto mató a 200.000 personas y causó daños extensos a la infraestructura y economía.

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